top of page

UNA REFLEXIÓN SOBRE LA EDUCACIÓN

Foto del escritor: Australian College JournalAustralian College Journal

En medio de la pandemia más importante del último siglo, parece increíble que 32 mil vehículos salieron de la Región Metropolitana entre miércoles y jueves (20, 21 de mayo), evadiendo la cuarentena decretada para las autoridades sanitarias. Sin embargo, para ser justos, ¿qué se podría decir sobre las señales políticas, tanto del oficialismo como de oposición, que los han precipitado en una vertiginosa perdida de probidad y legitimidad por parte de la ciudadanía? ¿Cuál podría ser una explicación?, en mi opinión, un elemento clave está en la educación.

Si se le puede enseñar a alguien tocar el piano, a bailar, a pintar, a construir; ¿será imposible enseñarle la virtud?

En torno a la virtud orbita la duda si puede enseñarse “la prudencia, la justicia y el vivir honestamente”. Cómo en la antigua Grecia y Roma donde los “hombres honestos se conocen como centauros, gigantes y cíclopes”, pareciera que la encarnación de dichas virtudes son imposibles para el hombre común.

Si existen artes y oficios tales como los señalados en un inicio, es indispensable el aprendizaje. Por tanto, “el vivir honestamente ¿va a carecer de enseñanza, va a ser irracional, sin ingenio y espontáneo?”. Si decimos que la virtud es inenseñable la hacemos también inexistente.

Si el aprendizaje es origen de la virtud, el impedimento para aprender es su destrucción. Por tanto, el aprendizaje es como caminar, de ahí la necesidad del educador, quien obrando como padre, guía a su hijo en sus primeros pasos, hasta que luego pueda caminar y correr por si mismo.

Así es como Diógenes dio una bofetada al pedagogo de un niño gulusmero, atribuyendo correctamente la culpa no al que no aprendió sino al que no enseñó. O como digiera Aristipo “si los hombres no se hacen mejores hombres por la educación, se malgasta el sueldo de los pedagogos”.

En otras palabras, al igual como las nodrizas reciben los cuerpos con las manos, los pedagogos regulan su carácter con las costumbres, poniéndolos por primera vez en un trazo de la virtud.

Entonces, ¿será posible que el desarrollo de la virtud se deje al azar?. Así como en una guerra los, jinetes, soldados y aviadores, por nombrar algunos, recibieron instrucción y enseñanza para rendir en combate, sería ilógico pensar que el arte de la estrategia y de dirigir un ejercito ocurre por el azar. Es más absurdo aún pensar que no puede enseñarse la prudencia, sin la cual no hay utilidad ni provecho en las demás artes.

Finalmente, concluyo con una pregunta: ¿hasta cuándo se sostendrá una educación que busque producir solo “inteligencia” y no “integridad”, “éxito” y no “compañerismo”, “vicios” y no “virtud”?

Marcos Yáñez Matamala

Capellán

Australian College SH:

1 visualización0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comentários


Publicar: Blog2_Post
bottom of page